Revista Latinoamericana de Difusión Científica  
Volumen 5  Número 8  
Depósito Legal ZU2019000058 - ISSN 2711-0494  
Revista Latinoamericana de Difusión Científica  
Volumen 5 - Número 8  
Enero Junio 2023  
Maracaibo  Venezuela  
Revista Latinoamericana de Difusión Científica  
Volumen 5 Número 8 Enero/Junio 2023- ISSN 2711-0494  
Antonio Boscán Leal// Educar hijos no machistas, 127-151  
Educar hijos no machistas  
DOI: https://doi.org/10.38186/difcie.58.07  
Antonio Boscán Leal*  
RESUMEN  
En este ensayo nos enfocaremos en la educación dirigida a las niñas, niños y  
adolescentes, con énfasis en los niños, por tratarse la violencia machista de un problema  
generado por la mentalidad y forma de vivir de los hombres, que hay que erradicar. Para  
tener niños no machistas, no hay una receta universal y perfecta, y los avances que  
podamos lograr dependerán de si conseguimos madres y padres, escuelas y maestros,  
entes sociales, creyentes firmes y promotores de la igualdad y la no violencia. No  
obstante, siempre será necesario comenzar el trabajo desde el hogar, como principal  
campo de lucha contra prejuicios, mandatos y estereotipos. En Venezuela hay un enorme  
vacío a este respecto, y este material, que recoge la experiencia de otros países, ofrecerá  
algunas luces, que podrían servir para emprender un proyecto de reformas esencial e  
impostergable en nuestro sistema educativo. Tenemos que generar ilusión y optimismo  
por trabajar con los niños y adolescentes, por cambiar su masculinidad, recordando  
que los hombres que surgirán dentro de quince años son los niños de ahora, que los que  
dentro de quince años se volverán violadores, son esos niños que hoy están en nuestros  
hogares y en el colegio. Tenemos que darles a ellos también un nuevo futuro desterrando  
los estereotipos machistas que perjudican sus vidas, su crecimiento humano. Si no lo  
hacemos, habremos fracasado como sociedad. Tengamos siempre presente que las niñas  
no serán libres y felices, si los niños siguen siendo reproductores del machismo.  
PALABRAS CLAVE: Educación no sexista, machismo, niños no machistas, educación a la  
vida familiar.  
*
Docente-investigador del Departamento de Ciencias Humanas de la Facultad Experimental de  
Ciencias, Universidad del Zulia, Maracaibo-Venezuela. Coordinador de la Cátedra Libre de la  
Mujer-LUZ.ORCID: https://orcid.org/0000-0002-0687-2403. E-mail: dr.antonioboscan@gmail.com  
Este trabajo se presentó en forma de ponencia en el IV Encuentro Latinoamericano de Cátedras  
Libres “Dra. Sheila Ortega”, el 29 de noviembre de 2022, en la Mesa 4, dedicada al tema  
“Interacción para la transformación del tejido de la Educación”. Maracaibo, Universidad del Zulia.  
Recibido: 12/09/2022  
Aceptado: 08/11/2022  
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Revista Latinoamericana de Difusión Científica  
Volumen 5 Número 8 Enero/Junio 2023- ISSN 2711-0494  
Antonio Boscán Leal// Educar hijos no machistas, 127-151  
Educating non macho children  
ABSTRACT  
In this essay we will focus on education aimed at girls, boys and adolescents, with  
emphasis on boys, because sexist violence is a problem generated by the mentality and  
way of life of men, which must be eradicated. In order to have non-sexist children, there is  
no universal and perfect recipe, and the progress we can make will depend on whether we  
get mothers and fathers, schools and teachers, social entities, firm believers and promoters  
of equality and non-violence. However, it will always be necessary to start working from  
home, as the main field in the fight against prejudices, mandates and stereotypes. In  
Venezuela there is a huge gap in this regard, and this material, which includes the  
experience of other countries, will offer some insights that could be used to undertake an  
essential and urgent reform project in our educational system. We have to generate illusion  
and optimism to work with children and adolescents, to change their masculinity,  
remembering that the men who will emerge in fifteen years are the boys of today, that  
those who in fifteen years will become rapists are those boys who Today they are in our  
homes and at school. We also have to give them a new future by banishing the macho  
stereotypes that harm their lives, their human growth. If we don't, we will have failed as a  
society. Let us always bear in mind that girls will not be free and happy if boys continue to  
reproduce machismo.  
KEY WORDS: Non-sexist education, sexism, non-sexist children, Family life education.  
Introducción  
Sabemos que la violencia contra la mujer tiene tiempo decretada como un problema  
social y de salud pública, y sabemos que en la Ley Orgánica sobre el Derecho de las  
Mujeres a una Vida Libre de Violencia (2021) existen apartados referidos a la necesidad  
de erradicar dicha violencia mediante mecanismos de prevención, control y tratamiento.  
Entre esos mecanismos de prevención está el de la educación.  
En este ensayo nos vamos a dedicar básicamente a la educación dirigida a las  
niñas, niños y adolescentes, con énfasis en la dirigida a los niños, por tratarse la violencia  
machista de un problema generado por la mentalidad y forma de vivir de los hombres, el  
cual tiene repercusiones perversas y terribles en la vida de las mujeres. Los hombres no  
nacen violentos, ni es la biología la que los predispone para ello. Es la misma sociedad  
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patriarcal y la ideología sexista y homófoba que le sirve de base, las que forman desde  
muy temprano a los niños en el desarrollo de una masculinidad machista, hegemónica, y a  
las niñas, sumisas y complacientes, para respaldar el poder y control de los machos.  
Para tratar el asunto de la necesidad de una educación no machista para niñas y  
niños, no hemos hecho ningún planteamiento original, porque desde hace tiempo este  
asunto ha sido muy bien tratado por investigadoras e investigadores de diferentes países,  
de modo que lo que aquí presentamos es la reunión de una serie de materiales recogidos  
de la Internet que plantean cuestiones sumamente relevantes y necesarias de tener en  
cuenta. El único aporte que hemos hecho es simplemente el de reunir en un solo texto una  
serie de planteamientos y propuestas dispersas, cuya complementariedad creemos que  
sirve para elaborar un escrito con los puntos más importantes a considerar a la hora de  
querer promover cambios en el sistema educativo, en vistas a la formación de hombres  
igualitarios, que, junto a las mujeres feministas, contribuyan a la implantación de una  
sociedad justa y feliz.  
En Venezuela hay un enorme vacío a este respecto, y consideramos que este  
material ofrecerá algunas luces, que podrían servir para emprender un proyecto de  
reformas en nuestro sistema educativo, el cual tiene una deuda pendiente desde hace  
varios años en lo que respecta a la implementación de la transversalización de la  
perspectiva igualitarista en todos los niveles y pensa de estudio, tal como lo manda la  
Constitución de Venezuela (1999), en su Artículo 2:  
Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de  
Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y  
de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la  
democracia, la responsabilidad social y en general, la preeminencia de los  
derechos humanos, la ética y el pluralismo político. (La negrita es nuestra)  
(
1999:1)  
Y en el Artículo 3:  
El Estado tiene como fines esenciales la defensa y el desarrollo de la persona  
y el respeto a su dignidad, el ejercicio democrático de la voluntad popular, la  
construcción de una sociedad justa y amante de la paz, la promoción de la  
prosperidad y bienestar del pueblo y la garantía del cumplimiento de los  
principios, derechos y deberes reconocidos y consagrados en esta Constitución.  
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La educación y el trabajo son los procesos fundamentales para alcanzar  
dichos fines. (La negrita es nuestra) (1999: 1).  
Y tal como fue avalado y suscrito en la Declaración del Primer Encuentro de  
Organizaciones Académicas Venezolanas de Estudios de Género y de las Mujeres (2006),  
un acuerdo colectivo aceptado por distintas universidades públicas y privadas del país.  
Cuando hablamos de educación, involucramos a familia y escuela, pero también  
tomamos en cuenta a la sociedad y sus diferentes instituciones, como entes externos  
moldeadores de la personalidad de los individuos.  
No presentaremos una receta, sino algunas propuestas y, al final, concluimos  
hablando, como era necesario hablar, de los retos que representa para los sistemas  
educativos, para las madres, padres, niñas, niños y adolescentes atreverse a trastocar las  
bases de un sistema poderoso, nada fácil de doblegar y con defensas y reacciones muy  
peligrosas, como lo es el sistema patriarcal. Pero, tal como sostenemos al final, sólo el  
esfuerzo mancomunado y persistente, irá horadando las bases de esa gran estructura,  
que estamos seguros sucumbirá, al final.  
1. La desigualdad impuesta a través de roles y estereotipos  
La violencia en contra de las mujeres y el machismo son problemas difíciles de  
resolver, ya que son producto de la desigualdad impuesta arbitrariamente por los hombres  
en detrimento de las mujeres, constituyendo una lamentable realidad que impregna todas  
las capas de la sociedad; tratándose, además, de un antiguo modo de estructurar el  
mundo injustamente, que aún persiste.  
Esta desigualdad está sustentada por el establecimiento de los llamados roles de  
género, los cuales han jugado y siguen jugando un papel determinante en la construcción  
de las identidades masculina y femenina, jerarquizadas (la masculina como la superior) y  
opuestas.  
Estos roles se refieren a comportamientos y estereotipos que se perciben en la  
sociedad como propios de cada sexo (que las mujeres se maquillen es considerado propio  
de su rol femenino; así como que los hombres se interesen por los deportes como propio  
de su rol masculino).  
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Los roles de género se aprenden a través de la socialización y se promueven de  
muchas maneras desde la más temprana edad: por ejemplo, el modo en que se habla a  
un niño o a una niña, las actividades que se les proponen o los comportamientos que se  
les reprochan. Desde pequeños, siempre nos encontramos con que hay juguetes para  
niños y otros para niñas, que hay ropas y colores asignados a cada sexo, y también  
actitudes consideradas correctas para unos y no para otras, y viceversa (por ejemplo,  
exigir a los niños que no lloren o sean insensibles; y a las niñas que se comporten como  
princesas”).  
No sólo desde pequeños se les determina con qué juguetes deben jugar niños y  
niñas, o la ropa que deben vestir, sino que se les impone el desarrollo de actitudes  
específicas para unos y para otras, como que los niños no deben llorar, o que las niñas  
deben actuar como princesas.  
Los roles de género juegan un papel esencial en la construcción de la desigualdad  
de género, ya que establecen comportamientos que la sociedad patriarcal en la que  
vivimos considera como propios de cada sexo; por ejemplo, que las mujeres pueden dejar  
de trabajar para dedicarse a cuidar a sus hijos o parientes a su cuidado, pero los hombres  
no tienen por qué dejar sus trabajos para dedicarse al cuidado de otros.  
Los roles de género se aprenden a través de la socialización -que comienza en el  
hogar- y se promueven de muchos modos: desde el modo cómo se habla a un niño o a  
una niña, hasta las actividades que se les proponen que hagan, o los comportamientos  
que se les reprocharán.  
2. Proceso de socialización  
Según la psicóloga Begoña Ibarrola (en Mendoza, 2022), desde antes de los seis  
años, las niñas y los niños, a través del aprendizaje, ya tienen introyectados esos roles y  
estereotipos, y es a partir de esta edad que ellos comienzan a interpretar su realidad y  
sacar conclusiones de sus actuaciones y de las reacciones que éstas provocan en los  
demás, haciéndolo bajo el peso de esos condicionamientos ya asimilados.  
Así, el rol de género empieza a aprenderse desde casi el momento del nacimiento.  
Y el lenguaje suele ser una vía de aprendizaje de estas normas, contribuyendo a que los  
más pequeños interioricen los esquemas machistas para interpretar el mundo. Por  
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ejemplo, cuando acentuamos el valor y la valentía en los niños, les estamos “obligando” a  
ser valientes y al mismo tiempo establecemos una división entre los que son valientes y  
los que son cobardes.  
El universo visual con el que rodeamos a los bebés también ayuda a conformar ese  
universo masculino excluyente. Si desde que nacen a su alrededor lo que ven son solo  
colores fuertes, animales fuertes, objetos deportivos o relacionados con la acción o incluso  
con la violencia, entonces todo esto definirá su personalidad y su forma de relacionarse  
con el mundo. Es muy importante tener en cuenta la relación entre lo que nos rodea y el  
modo cómo creamos la realidad de nuestras hijas e hijos.  
La autoestima, que la empieza a construir la niña/o a partir de esa edad, se afirma  
en base a todo lo que los adultos dicen de ella/él. Y eso que se dice de ella/él va a  
consistir en su adecuación o no a las etiquetas y estereotipos que los adultos asocian a las  
niñas y niños. Es de esta manera que se condiciona su socialización. De forma firme y  
espontánea (sin reflexión alguna, por el mismo proceso de naturalización de la  
desigualdad que todos hemos asumido), se pide a un niño que sea fuerte y que no llore,  
mientras que a una niña se le permite llorar porque se la considera naturalmente un ser  
más sensible.  
Nunca parecemos darnos cuenta de que esas etiquetas que utilizamos nos llevan a  
darles un trato diferenciado, porque esperamos, sin ningún tipo de cuestionamiento, cosas  
diferentes de él y de ella: al niño le motivamos al fútbol y a la niña a las muñecas. Como el  
trato que les demos va a ser diferente dependiendo del sexo; una misma conducta  
manifestada en ambos se va a interpretar de manera diferente y hasta contraria: correr va  
a verse mal en la niña, pero en el niño no.  
Simone de Beauvoir nos advertía en El segundo sexo (2017) cómo los roles y las  
etiquetas van moldeando a las niñas para convertirlas en las mujeres que la sociedad y el  
sistema patriarcal quiere que sean. De igual modo, pasa con los niños. Un hombre  
aprende a ser hombre cuando interioriza esa serie de estereotipos, roles y mandatos que  
le exige la masculinidad hegemónica, es decir, el tipo de masculinidad impuesta por los  
machos que están en el poder, y que se ha establecido como la socialmente aceptable y  
válida. Esa masculinidad hegemónica determina los valores, atributos, conductas y  
comportamientos que se espera que adquieran o manifiesten los niños en su socialización,  
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a la manera de un reglamento que marca lo que debe ser y lo que no es ser un hombre  
de verdad. Un modelo que orienta e indica el camino y marca el tipo de relación que  
habrá de mantener con las mujeres.  
Mientras a los niños se les anima a saltar, correr y a comerse el mundo, a no llorar,  
a ser machotes; a las niñas, en cambio, se les advierte que no deben correr ni actuar, sino  
esperar y obedecer, y siempre deben mostrarse lindas, simpáticas, limpias y cariñosas con  
los demás. Así es como los niños aprenden la masculinidad hegemónica, y las niñas a  
sostenerla.  
Este proceso de identificación con el modelo masculino hegemónico, también se  
cumple por medio de la minusvaloración de lo definido como femenino, es decir, a través  
de un ejercicio permanente y demostrativo de masculinidad sexista y adversa a otras  
masculinidades feminizadas. Los hombres machistas capitalizan todo el proceso de  
socialización diferenciada en base a su poder, un poder asentado sobre la superioridad  
física, económica, política y simbólica. Así se va reafirmando esa masculinidad  
hegemónica, que unos pocos ostentan y que la mayoría de hombres y de mujeres, por el  
mismo condicionamiento social e ideológico que sobre ellos y ellas pesa, ayudan a  
sostener.  
Amat Molero Borràs (en López, 2020) sostiene que los patrones masculinos son  
mayoritarios y dominantes porque se les sigue otorgando mayor valor social, y esto es así  
porque la violencia, el rompimiento de normas, la prepotencia, se siguen exaltando como  
valores positivos en un hombre, por lo que se rechaza al hombre que muestre  
vulnerabilidad o temor, y a aquel que no cumpla con el estereotipo se le dirige una broma,  
un chiste, una mirada rara y discriminatoria.  
3. El problema actual con los hombres  
Desde hace cierto tiempo se dice que ya no hay hombres, y muchos hombres han  
confesado sentirse mal y estar desconcertados, porque ya no saben cómo actuar como  
hombres.  
Antes, para todos, todo parecía resultar más fácil, o al menos se tenía más claro lo  
que se esperaba de los hombres: ser fuertes, valientes y los encargados de producir y  
proveer. Además, no debían prestar atención a las cuestiones domésticas, ni a las  
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familiares, mucho menos a las estéticas. Ellos debían centrarse en aquellas cosas que se  
consideraban importantes, como gobernar el mundo, ser el jefe de una familia y su  
proveedor.  
Pero resulta que ahora se espera que sean sensibles, que se preocupen por sí  
mismos y que sean corresponsables en los cuidados de otras personas y de las tareas  
domésticas. Incluso, se ha empezado a hablar, desde hace varias décadas, de la  
necesidad de que los hombres desarrollen nuevas formas de ser hombre, abogándose por  
la manifestación en los mismos de una nueva masculinidad (opuesta a la tradicional  
machista), la cual contraría esa masculinidad que siempre se ha esperado de ellos y de la  
que la mayoría de los hombres se ha sentido tan orgullosa, y sobre la cual han asentado  
toda su existencia e historia.  
Por otro lado, encontramos la oposición actual de muchos hombres contra los roles  
y estereotipos machistas, quienes manifiestan sentirlos como cadenas que los oprimen,  
individual y socialmente.  
4. Un nuevo proceso de cambio y de desaprendizaje impulsado por el  
feminismo  
La mayoría de los hombres básicamente sienten como un peligro para sus intereses  
y posiciones las demandas actuales de las mujeres, pero en realidad no parecen darse  
cuenta de que están siendo sometidos a un proceso de concienciación, de desaprendizaje  
y de reeducación personal y social. ¿Y quién los está sometiendo a este proceso? Una  
nueva sociedad más democrática de personas libres, que busca que mujeres y hombres  
ya no estén sujetos a patrones y estereotipos sexistas y opresivos, pasando a verse y a  
vivir como iguales. Esos cambios sociales están siendo promovidos por las feministas.  
La lucha contra el machismo se está haciendo cada vez más presente en la  
sociedad. Esta lucha está siendo objeto de conversación cotidiana, lo cual da a suponer  
que la concienciación y sensibilización a este respecto se ha ido incrementando, y en ello  
el feminismo ha marcado una incuestionable impronta, con un impacto cada vez mayor en  
todos los aspectos de la vida humana.  
El feminismo no solo está enfocado en el empoderamiento de las mujeres, sino que  
en la actualidad ha concentrado esfuerzos para eliminar los estereotipos establecidos por  
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costumbres y tradiciones machistas, a través de prácticas que se han realizado por  
generaciones y que han colocado a la niñez y a las mujeres en situación de desventaja y  
vulneración.  
De hecho, la idea de una nueva masculinidad surge en el movimiento feminista.  
Este movimiento defiende que la auténtica igualdad entre mujeres y hombres llegará no  
solo con medidas a favor de los derechos de la mujer, sino con un cambio completo en las  
actitudes de los hombres, lo cual implica la generación de nuevos modelos de hombres,  
que no serán las mujeres, sino los hombres, los que deben encargarse de crearlos.  
El feminismo busca romper con el género, con esa construcción social que impone  
a mujeres y hombres atributos bien diferenciados y fomentadores de desigualdad. El  
establecimiento de categorías sociales como la de género, identidades, masculinidad”  
y femineidad, se ha considerado necesario para la supuesta buena organización y  
gobierno de la sociedad patriarcal. Por eso, la necesidad de luchar por un cambio radical  
en la mentalidad, el comportamiento y la actitud de toda la sociedad, pero en particular de  
los hombres, lo cual supone tratar de desmontar el modelo de masculinidad tradicional.  
Si los hombres se han comportado -y aún se siguen comportando- de forma  
dominante, y están acostumbrados a mandar, a ejercer la fuerza, a ser egoístas e  
individualistas, hoy comienza a reconocerse que esta masculinidad hegemónica se ha  
vuelto opresiva e indeseable para las mujeres y para los propios hombres.  
Lo que se propone ahora es una gran revolución de estructuras, dentro de la cual  
se busca implementar la técnica de la deconstrucción, con la que se pretende que los  
hombres tomen consciencia de su machismo y de la necesidad de erradicarlo de sus  
vidas, iniciando un proceso personal de cambios y de reconstrucción de sus personas,  
tanto en las formas como en el fondo, y a todos los niveles.  
5. Los movimientos de hombres  
En las últimas décadas han surgido grupos de hombres que respaldan los avances  
y demandas de las feministas. Son hombres aliados de los movimientos de mujeres.  
Lamentablemente, constituyen una minoría todavía insignificante que, desde su formación,  
viven siendo vilipendiados por ese número mayoritario de hombres que no quieren  
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cambiar, que se oponen a los avances de las mujeres y confrontan a estos hombres  
profeministas con gran saña.  
Algunos de esos grupos de hombres profeministas han desarrollado terapias de  
sensibilización y de concienciación para esos hombres que se sienten perdidos ante los  
cambios sociales que los avances del feminismo de la igualdad han conquistado. Estos  
grupos se dedican a dar apoyo psíquico a los hombres removidos en su interior, a  
ayudarlos a asimilar los cambios y a desarrollar nuevas formas de ser hombres, más  
igualitarias. También en los grupos de hombres profeministas se enseña a los hombres,  
además de desarrollar una nueva subjetividad masculina, a ser autocríticos, a cuestionar  
su posición histórica en el mundo, y a forjar una nueva relación política con las mujeres.  
Pero, al mismo tiempo, han surgido grupos de hombres que defienden los  
derechos de los hombres, los cuales mediáticamente han resultado ser los más ruidosos,  
pero con una agenda muy misógina. Estos promueven acciones que reafirman el modelo  
tradicional de hombre.  
Es por este lado, por el de los grupos de hombres que han reaccionado de forma  
violenta contra los cambios promovidos por los avances de las mujeres, y que son  
apoyados por los hombres poderosos que dirigen y controlan la mayoría de las  
instituciones sociales y de las empresas transnacionales, que se suscitan situaciones  
como las que a continuación referimos.  
Hay estudios desconcertantes que confirman que, aunque en muchas sociedades  
se ha avanzado en cuanto a leyes que fomentan y establecen relaciones más igualitarias  
entre mujeres y hombres, sin embargo, los datos señalan claramente que las nuevas  
generaciones no son tan igualitarias como cabría esperar.  
Según datos del Barómetro Juventud y Género de la FAD (2022-España), 1 de  
cada 5 adolescentes y jóvenes varones cree que la violencia de género no existe y que es  
un invento ideológico. Asimismo, 7 de cada 10 mujeres considera que las desigualdades  
son elevadas en España, pero solo 4 de cada 10 hombres lo ve así también. (En  
Mendoza, 2022).  
Siguen siendo los hombres de mentalidad tradicional y con poder, los que siguen  
frenando o tratando de invalidar los avances hacia el establecimiento de una sociedad  
igualitaria, no sexista ni violenta.  
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Volumen 5 Número 8 Enero/Junio 2023- ISSN 2711-0494  
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Esas mismas investigaciones preguntan en forma cuestionadora: ¿Por qué siguen  
siendo los hombres los protagonistas de la mayoría de acciones violentas? ¿Por qué se  
siguen comportando como lo hacen? ¿Por qué siguen siendo los dominadores y  
controladores de la vida social y de la sociedad globalizada, fomentando guerras, odios y  
desigualdad? ¿Qué causa el mantenimiento de esta dominación? ¿Por qué existe esa  
especie de corporativismo masculino que defiende y anima el machismo? (Cervera, 2022)  
6. La importancia de una educación sin machismo  
Educar sin machismo es una de las formas más contundentes y desafiantes de  
cambiar la sociedad, porque se trataría de una educación por la igualdad de sexos, y si  
bien reconocemos que hacen falta cambios de orden material (económicos,  
institucionales, jurídicos, etc.), una nueva pedagogía igualitaria puede contribuir en mucho  
a promover esos cambios de orden material.  
Educar sin machismo no será una tarea sencilla, ya que para lograrlo se habrá no  
sólo de cuestionar sino de subvertir todo el sistema educativo y el mismo orden  
institucional y social.  
No obstante, el esfuerzo es necesario e ineludible, ya que se pueden hacer los  
cambios estructurales necesarios en la sociedad, pero si no se educa en igualdad no se  
logrará construir una sociedad más sana, justa e incluyente.  
Una educación sin machismo debe seguir los lineamientos feministas y comenzar  
por cuestionar los roles de género sin paliativos, lo que supone una deconstrucción de las  
formas de pensar y de actuar, y poder criar a un niño o niña en forma igualitaria. Esto  
quiere decir que la labor de educar en el respeto y la igualdad sexual debe comenzar  
desde la infancia.  
Combatir el machismo requiere de estrategias complejas e interdisciplinarias, pero  
ante todo requiere tomar conciencia respecto a cómo estamos criando a nuestras hijas e  
hijos. Esta tarea no sólo implica a las madres, aun cuando son estas las que, en la  
mayoría de los casos, tienen la responsabilidad de las hijas e hijos, también implica a  
papás, abuelos, tíos, hermanos, cuidadores y maestros de niñas y niños.  
7
. ¿Cómo educar a niñas y a niños en la igualdad?  
.1. La educación familiar  
7
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a. Dificultades  
De acuerdo a Amelia Franc (en Mendoza, 2022), muchos de los esfuerzos para  
educar en igualdad se han centrado en el empoderamiento de las niñas, lo cual siempre  
es necesario, pero no hay que olvidar que también hay que educar a los niños en valores  
feministas. Ahora bien, el problema que se presenta por este lado a esos padres  
sensibilizados que quieren hacerlo, es no saber cómo hacerlo. Parece resultar mucho más  
sencillo enseñar a una niña a convertirse en una mujer fuerte e independiente que  
conseguir que un niño se cuestione su posición dominante en la sociedad sin despreciarlo  
o hacerle sentir menos persona.  
Las madres y los padres de la anterior generación parecían tener claro el modo en  
que debían educar a sus hijas e hijos. Pero esos modelos que les servían de referencia,  
ya no les resultan válidos a muchas madres y padres sensibilizados de hoy, los cuales,  
ante esta falta de referentes, necesitan aprender formas nuevas de educar en igualdad a  
los niños. Y para esto no se cuenta con un manual preciso de instrucciones ni con  
modelos definidos, no sexistas, en los que apoyarse.  
Y uno de los asuntos más inquietantes para las madres y padres es cómo criar sin  
violencia a niñas y niños que están inmersos en contextos de violencia.  
b. Preguntas para las madres y padres  
Para poder dejar fuera los roles y estereotipos de género, deben las madres y los  
padres comenzar a hacerse algunas preguntas: Si constantemente les dicen a sus hijos  
que son «fuertes», ¿Por qué no les dicen lo mismo a sus hijas cuando estas, por ejemplo,  
han conseguido levantar un objeto pesado? Esos cumplidos que les hacen a las hijas e  
hijos, ¿Remiten constante y sistemáticamente a estereotipos? ¿Están considerando la  
posibilidad de exaltar en los hijos otros aspectos igualmente válidos como la amabilidad, el  
cuidado de las cosas y de los otros, el respeto y la tolerancia, por ejemplo? ¿Serán  
capaces de alabar a un hijo por la forma como resuelve pacíficamente los problemas, y de  
hacerlo habitualmente? ¿Pueden las madres y los padres ser capaces de poner las  
mismas tareas a hijas e hijos, como lavar los platos, asear los baños, o ayudar a cuidar a  
un bebé?  
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También deben preguntarse: ¿Cómo reparten las tareas del hogar entre sus hijas e  
hijos? ¿Realmente se interesan en saber quién toma la iniciativa, por ejemplo, de lavar la  
ropa? ¿Están los padres conscientes de que las hijas y los hijos aprenden a ser iguales o  
desiguales a través de este reparto de tareas? Y algo muy importante, ¿Saben las madres  
y los padres que los niños pueden hacer la mayoría de las cosas que hacen las niñas, y  
las niñas la mayoría de las cosas que hacen aquellos?  
c. Cambios en la familia  
En los hogares latinoamericanos se sigue dando un trato desigual si se ha nacido  
hombre o mujer, pero ahora se hace necesario que las personas adultas contribuyan a  
deconstruir costumbres y tradiciones machistas, ante el inminente cambio del paradigma  
educativo tradicional por otro que fomente una crianza sin violencia y sin machismo.  
Son las madres y padres los primeros en implementar una educación igualitaria,  
que habrá de consistir en desaprender lo aprendido sobre la educación machista impartida  
hasta ahora a las y los infantes. Este es un proceso que ha de darse por etapas: romper  
tradiciones y estereotipos, corregir de manera sana, explicar las consecuencias de las  
acciones, colocar el respeto a la dignidad humana como centro, planear juntos, madres y  
padres, una nueva forma de educación.  
Las madres y padres de hoy están obligados a dar un paso en la erradicación del  
machismo en todas sus formas, porque, como ya dijimos, ellos son los actores principales  
dentro de este nuevo proceso educativo.  
Los padres de hoy somos los encargados de que la violencia de género no se  
siga transmitiendo. La generación anterior, la que nos educó a nosotros, no lo  
consiguió, porque la violencia de género no está solo en una violación, sino en  
las cifras de asesinatos, en cada agresión, cada insulto, cada humillación y casi,  
casi, en cada rincón.(Bastida, 2018)  
No son las madres y los padres los que cambiarán el mundo (porque esto lo  
abanderarán los movimientos sociales reivindicativos -feministas, antirracistas,  
anticlasistas, ecologistas, etc.- asociados en un mismo frente de lucha), pero sí son los  
responsables de y los primeros en actuar sobre hijas e hijos, y si las madres y padres  
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dejan de transmitir violencia, entonces las hijas y, sobre todo, los hijos sí podrán cambiar  
el mundo.  
Los padres ya deben ser conscientes de los perjuicios del machismo en nuestras  
vidas y aún más en la crianza. Ya no se debe enseñar a niñas y niños a someter sus vidas  
a estereotipos de género que reprimen sus posibilidades de desarrollo y perpetúan la  
injusticia y la desigualdad. Ya no deben educar en base a modelos que endiosan a los  
varones que encajan en el estereotipo machista y menosprecian a varones que  
manifiestan otros tipos de masculinidad, y a cualquier mujer. Deben propiciar la creación  
de un hogar y una familia donde prive la inclusión, la igualdad y el respeto.  
d. Trabajar con las madres  
Las madres ya no tienen por qué verse relegadas solo al cuidado de hijas e hijos y  
a las actividades domésticas. La maternidad han de manejarla como una trinchera de  
acción, al igual que la educación de las niñas y de los niños.  
La implementación de una crianza sin machismo no puede consistir en seguir  
asignando a las mujeres la carga y la responsabilidad de la maternidad. Ya no cabe el  
cuento de que las mujeres son las que educan mejor que los hombres a las hijas e hijos, y  
hay que dejar de responsabilizar a las mujeres como las culpables de hacer machistas a  
sus hijos. Hay que recuperar la maternidad como un acto distinto, de rebeldía, con la cual  
se busque educar contra el machismo, haciendo que niñas y niños sean activos  
protagonistas sin necesidad de que recurran a la violencia, la discriminación y la  
imposición sobre los otros.  
Tengamos muy presente que no son las mujeres las que crían hombres machistas,  
sino la sociedad patriarcal, así como las dinámicas y patrones culturales establecidos, los  
cuales necesariamente deben ser cuestionados y ser sometidos a reconstrucción.  
e. Trabajar con los padres  
Nada de lo sostenido arriba desdice de la importancia de la responsabilidad y  
participación consciente y activa por parte de los padres y demás hombres de la familia  
con respecto al importante rol que también deben jugar en la educación de las niñas y  
niños, sin estereotipos sexistas y homofóbicos.  
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No sólo resulta importante, sino también útil y ético que los hombres asuman su  
responsabilidad en los cuidados y educación de las niñas y niños. Los hombres deben  
sumarse a las tareas de cuidados, las cuales, a pesar de los avances alcanzados por las  
feministas, aún siguen en manos de las mujeres.  
La paternidad ha venido cambiando, pero lo ha hecho a un ritmo muy lento, y,  
además, sin mucho apoyo institucional y social.  
f. Propuestas para madres y padres  
Carmen Ruiz Repullo (en Mendoza, 2022), socióloga española, especializada en  
violencia de género en adolescentes y jóvenes, recomienda: buscar para nuestros hijos  
películas, series y demás contenido audiovisual que muestra una igualdad consciente.  
Series, películas y dibujos animados que eduquen o nos muestren el amor en mayúsculas,  
el amor en igualdad, el respeto.  
Pero también otras y otros investigadores proponen un nuevo programa formativo a  
implementar por madres y padres, sustentado en las siguientes acciones:  
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2
3
. Dar el ejemplo: que las hijas y los hijos vean que mamá respeta a papá y que  
papá respeta a mamá. Y que vean que tanto mamá como papá los respetan a  
ellas y a ellos.  
. Que ni mamá ni papá hacen uso de la fuerza, la amenaza o la violencia verbal ni  
física para resolver los problemas, sino que tratan de llegar a acuerdos por la vía  
del diálogo.  
. Demostrar mamá y papá tener los mismos derechos y deberes, y estar viviendo  
en un clima de igualdad. Esto les enseña que tanto hombres como mujeres son  
igual de valiosos y merecen los mismos derechos.  
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5
. Hablar abiertamente a las hijas e hijos sobre cómo y por qué se deben compartir  
responsabilidades.  
. Hacer sentir a las hijas e hijos queridos, acompañados e importantes para  
elevarles su autoestima. Esto implica escuchar a las hijas e hijos, atender sus  
necesidades, deseos y emociones.  
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. Evitar a las hijas e hijos caer en frustraciones, pero dejarlos crecer y afrontar los  
problemas. Acompañarlos, pero exigirle que se hagan responsables.  
. Enseñarles lo que es la verdadera amistad, la que debe forjarse en base al  
desinterés y el respeto  
. Enseñarles que mujeres y hombres son diferentes físicamente, pero son iguales  
en cuanto a derechos y deberes a los ojos de la sociedad, de la pareja.  
. Enseñarles que nadie debe controlar la vida del otro, ni decirle lo que tiene que  
hacer, porque ninguna(o) es posesión de nadie.  
0.Que las mujeres no son de los hombres. Que lo que los une es el deseo  
voluntario y consciente, el amor, el cariño y el deseo de tener una vida  
respetuosa, justa e igualitaria en común.  
1
1.Que el amor puede acabarse y ser necesaria la separación, pero que ello no  
conduzca a señalar a un culpable y a una víctima, y que esta busque vengarse o  
se considere con el derecho de vengarse.  
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2.Demostrarles que no se debe hacer al otro lo que no se quiere que los otros  
hagan con uno, aunque los demás lo hagan o nos inciten a hacerlo.  
3.Que nunca permitan que hagan con su cuerpo lo que no quieran que se les  
haga. Enseñar a respetarse a sí mismos, y hacerse respetar y respetar a los  
demás.  
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4.Enseñarles que no se callen cuando sean testigos de actos, o de  
conversaciones de otros chicos que evidencien intenciones o acciones  
machistas.  
5.A través de los juguetes, explicarle a las niñas y niños que valen lo mismo sin  
importar su sexo. Promover el acceso a juguetes o actividades según su interés,  
no de acuerdo a condiciones de sexo.  
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6.No enseñarles que el rosa es de mujer y el azul de hombre, sino explicarles que  
sólo son colores y estos no tienen distinción sexual.  
7.Permitirles expresar sus emociones. Darles a saber que todos los sentimientos  
son válidos y que no deberíamos avergonzarnos de ellos, sin importar si se es  
hombre o mujer. Explicarles que todos tenemos sentimientos, pero algunos los  
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expresamos más que otros. Cuando los hijos lloren o se enojen, permíteselos,  
pero siempre que lo hagan de forma sana, sin faltar el respeto.  
7.2. La educación escolar  
a. Un sistema educativo anquilosado  
Amat Molero Borràs, educador social y facilitador español, sostiene que:  
"
A nivel de discurso eso sí se está trabajando: pegar es malo, todos somos  
iguales… pero otra cosa es acompañar a los niños para que crezcan libres de  
patrones machistas de género, de patrones racistas… Patrones que están muy  
presentes desde cómo están organizadas las escuelas, en las que la pista de  
fútbol es el centro. La propia arquitectura del colegio ya marca qué es lo  
importante", prosigue el educador social, quien apunta también la importancia  
de las canciones que cantamos, las asignaturas que impartimos, dónde  
ponemos el foco...(en López, 2020)  
Así siguen funcionando las instituciones educativas hoy en día.  
b. Objetivos  
¿
Hacia dónde debe ir la organización escolar?  
A cumplir con los siguientes objetivos:  
Educar a los niños para que no sean unos indeseables por su machismo.  
Contribuir a erradicar el machismo en la crianza, para que niñas y niños sean  
personas íntegras, que sepan que son capaces de hacer todo lo que se propongan  
sin importar su sexo o género.  
Ayudar a construir una sociedad más equitativa y justa, tanto para hombres como  
mujeres.  
c. Principios  
¿
Y cuáles serían los principios que orientarían esta nueva clase de educación?  
La igualdad, el respeto, la confianza, la solidaridad, la tolerancia, la sororidad, la  
deconstrucción e inclusión, son algunos de los principios que podríamos enumerar a la  
hora de pensar en la educación que pretendemos darles a las niñas y niños de hoy.  
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d. Propuestas para implementar en las escuelas  
d.1. Talleres para niños  
Talleres que muestren los costes de la masculinidad. Que ser macho permite  
obtener ciertos privilegios, pero son privilegios antiéticos que también le perjudican.  
Explicar a los jóvenes que el machismo conduce a los hombres a vivir siete años menos  
que las mujeres, que un 93% de los delincuentes son hombres o que el 80% de los  
accidentes mortales de tráfico los provocan hombres. Que en los hombres hay mayores  
índices de suicidio y de muertes por enfermedades cardíacas. En fin, mostrarles con  
números que el machismo les hace daño a otros y a ellos mismos. Y que es muy bueno y  
saludable intentar desobedecer ese patrón de masculinidad. (López, 2020)  
d.2. Comisiones para la igualdad en los colegios  
Tienen por objetivo la creación de campañas que dejen claro tanto a niñas como a  
niños que pueden ser lo que quieran. Lamentablemente, quienes promueven estas  
campañas en un 77 % son mujeres (o, lo que es lo mismo, que solo un 23% de las  
personas son hombres). La campaña en este sentido busca incentivar la participación de  
los hombres que ayuden a la promoción de la igualdad entre niñas y niños, y a la  
reeducación de ellos mismos.  
d.3. Creación de programas en formato audiovisual  
Crear profesores, padres y alumnos programas en formato audiovisual, como parte  
de un tejido de redes que promuevan valores igualitarios entre niñas y niños, que cuente  
con financiamiento del Estado y de organizaciones privadas, que contribuyan al  
fortalecimiento y consolidación de una plataforma de defensa de la niñez y la adolescencia  
contra el sexismo y la violencia.  
d.4. Seminarios  
Implementación de seminarios presenciales u Online para madres y padres,  
sobre la educación sexual desde una perspectiva igualitaria. Hay una educación sexual  
que se da cuando el niño empieza a preguntar, o justo antes de la pubertad, y que las  
madres y padres deben iniciar, pero junto a esta educación la escuela puede organizar  
seminarios de refuerzo para madres y padres, antes de que los medios de comunicación,  
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los celulares y la gente, empiecen a ofrecer estímulos, lecciones, frases y sentencias, que  
moldeen los roles de género, sus ideas y sus creencias.  
8. La educación en la igualdad para niñas parece llevar la delantera  
Los medios audiovisuales condicionan enormemente la mentalidad de adolescentes  
y jóvenes, pero casi no encontramos en ellos materiales que promuevan una igualdad  
consciente. No encontramos series y películas que eduquen o nos muestren el amor, el  
trabajo, la familia, la sexualidad, los juegos, el afrontamiento de las dificultades en  
condiciones de igualdad y de respeto. Nada de esto se les está mostrando a las y los  
niños y jóvenes.  
Se ha avanzado en enseñarles a través de los medios de comunicación a comer  
más sano, a preocuparse más por su físico, a ser más ecológicos, pero no se ha avanzado  
en lo que respecta a la superación de roles y estereotipos sexuales. Muy pocos contra  
referentes positivos conseguimos en esos medios.  
Es verdad que en las últimas décadas hemos visto cómo el imaginario de las niñas  
y jóvenes se ha recompuesto con imágenes de heroínas poderosas y rebeldes, pero,  
¿
realmente estas imágenes son promotoras de la igualdad?  
Si analizamos bien el asunto, encontramos que el imaginario de los niños y  
adolescentes sigue nutriéndose de los mismos héroes fuertes y violentos de siempre, lo  
cual sigue reforzando en ellos el aprecio por el modelo hegemónico de masculinidad. Y  
aunque ya no se tiende a violentar tanto a los jóvenes que optan por el ballet o la gimnasia  
rítmica, no obstante, se los cataloga de gay, lo que, en definitiva, significa no  
reconocerlos como hombres y, por lo tanto, no se está haciendo otra cosa que reforzar  
los estereotipos tradicionales mediante esta discriminación.  
Volviendo al caso de las niñas, se está haciendo común ver cómo, al acercarse el 8  
de marzo, muchos colegios se decoran con colores lila y se llenan de imágenes de  
mujeres que han marcado un hito en la historia y sirven de referentes femeninos  
poderosos que influyen en las mentes de muchas niñas: Luisa Cáceres de Arismendi, Ana  
María Campos, Teresa de la Parra, Teresa Carreño, entre otras.  
En los países desarrollados la lucha triplemente centenaria de los movimientos  
feministas ha logrado transmitir a las niñas el mensaje de verse con el poder suficiente y la  
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legitimidad de soñar con ser ingenieras, científicas, empresarias, astronautas, alcaldesas o  
presidentas. Si bien el feminismo ha dado ejemplos claros de mujeres muy valiosas, al  
mismo tiempo, está haciendo un fuerte llamado a no olvidar a los jovencitos. Si ahora se  
enseña a una niña que no ha nacido con la voluntad de ser peluquera, secretaria o  
enfermera, ¿por qué no se está enseñando a los niños que ellos tampoco han nacido para  
ser violentos, impositivos, sexistas u homófobos?  
Si importa tanto educar con nuevos referentes positivos a las niñas, también tiene  
que importar, de un modo especial, una educación con nuevos referentes positivos para  
los niños, porque los niños no son culpables del patriarcado. Los niños tienen derecho a  
ser libres y felices, y el sexismo (presente dentro de su familia y el imperante a su  
alrededor) no se lo permite". Y lo peor que está pasando es que ese espacio que ha  
quedado baldío, debido a ese abandono del trabajo con los varoncitos, lo están  
aprovechando los grupos delincuenciales o el nuevo movimiento queer y trans,  
provocando un descalabro total de sus vidas.  
El modelo del siglo XXI para las niñas es una Imelda Rincón, una Lía Bermúdez,  
una Gabriela Mistral, pero... ¿qué modelos positivos hay para los niños? No los hay. En  
los medios seguimos viendo la exaltación de Rambo o del Hombre Araña. Necesitamos  
referentes positivos para ellos. Modelos de hombres buenos, sanos, justos y respetuosos.  
No se está trabajando el impacto que el sexismo tiene en los niños y jóvenes. Los  
niños y jóvenes necesitan aprender a ser tiernos, compasivos, además de ser fuertes y  
proactivos. No nacen agresores ni machistas, la sociedad los convierte en eso, en base  
a miles de estímulos que reciben desde el nacimiento. Es ahí donde hay que ir. Hay que  
cambiar los cerebros", argumenta el antropólogo Ritxar Bacete (en López, 2020).  
El mismo Bacete señala que:  
Las niñas que juegan al fútbol ya no son tildadas de marimachos, sino  
de campeonas, pero a los niños que hacen gimnasia rítmica se les sigue  
señalando. Abrazar el poder gusta. Ver a tu hija disfrazada de Super Woman es  
guay, pero ver a tu hijo disfrazado de Frozen, no. Hay contextos que no están  
preparados para los chicos. No tienen permiso social. Seguimos premiando  
la competitividad en los chicos. Se sigue relacionando la sensibilidad en los  
chicos con la debilidad.(López, 2020)  
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Revista Latinoamericana de Difusión Científica  
Volumen 5 Número 8 Enero/Junio 2023- ISSN 2711-0494  
Antonio Boscán Leal// Educar hijos no machistas, 127-151  
No obstante, hay una clara diferencia entre la propuesta de modelos para las  
mujeres de las feministas y la de los medios de comunicación. No vemos que estos  
últimos abogan por una verdadera igualdad entre mujeres y hombres como lo hacen los  
primeros.  
Uno de los principales problemas de fondo que encontramos en esas heroínas  
poderosas del siglo XXI promovidas por el cine y la televisión es que, si son  
heterosexuales, sólo se relacionan con héroes cuya identidad se ha construido con  
referentes masculinos de los años 60. En pocas palabras: los niños quieren seguir  
disfrazándose de Hulk, señala Bacete.  
Tenemos que generar rebeldía, ilusión y optimismo por trabajar con los  
chicos. Cambiar las masculinidades. (López, 2020). Los hombres que surgirán dentro de  
quince años son los niños de ahora. Los que dentro de quince años se volverán  
violadores, son esos niños que hoy están en el colegio. Hay que desterrar los  
estereotipos tóxicos que contaminan sus vidas. Si no lo hacemos, habremos fracaso como  
sociedad" (López, 2020). "La idea es que los niños también pueden ser lo que quieran  
ser. Las niñas no serán libres si los niños no lo son", concluye. (López, 2020)  
Conclusiones  
¿Qué mundo dejamos a nuestros hijos? ¿Qué hijos dejamos a nuestro mundo?,  
se pregunta el enfermero de pediatría Armando Bastida (2018). Según Bastida, estas dos  
preguntas son una estupenda guía, pero a la vez ejercen sobre nuestras mentes una  
presión constante que a menudo ahoga mucho, demasiado, sobre todo a madres y padres  
que comienzan a preocuparse por el presente y futuro de sus hijos varones.  
Entre los retos mayores que se le presentan a la sociedad actual está el hacer un  
cambio de paradigma en la crianza, y comenzar a criar con respeto la vida de niñas, niños  
y adolescentes.  
Gaudencio Rodríguez, de la Fundación América por la Infancia, sostiene:  
en América Latina por lo menos diez países prohíben con un mandato jurídico  
la utilización de violencia como los castigos corporales en la crianza. “Ahora  
toca dar herramientas para frenar la cultura patriarcal y machista, a través de  
trabajo profundo, responsable y consciente sobre cómo las personas adultas  
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que fuimos tratadas en el proceso de crianza podemos tener una nueva visión,  
ya que las niñas y niños aprenden de las conductas de las personas adultas”.  
(
en Gallardo, 2021).  
Las madres y padres que tienen hijos varones tienen mucho que hacer y decir por  
este lado, y tener muy presente que una mujer no será agredida si no tiene delante a un  
agresor. Y la culpa es siempre de quien abusa, agrede, viola, daña, pega y mata.  
Hay que comenzar por cuestionar y cuestionarnos, para saber cómo enfrentar esta  
tarea tan necesaria y a la vez tan compleja. Llevará tiempo hacernos y hacer preguntas y  
obtener respuestas, también ponernos a conversar sobre lo que estamos haciendo mal a  
la hora de educar a nuestras niñas y niños, y quizás mucho más tiempo necesitáremos  
para ensayar nuevas formas, nuevos modelos para las niñas y sobre todo para los niños.  
Sabemos que la tarea es inmensa y difícil, porque estamos enfrentándonos a una  
cultura patriarcal que no quiere desaparecer, y que, en realidad, no nos sobra el tiempo o  
la energía para contrarrestar la inercia y armar una trama distinta, porque cada quince  
minutos muere una mujer a manos de un hombre. Pero estamos convencidos de que el  
esfuerzo vale la pena y que, poco a poco, quitaremos espacio y poder al machismo, al  
lograr cada día que un niño deje la violencia, sea más respetuoso y que, reforzando los  
valores igualitarios dentro de la familia y de la sociedad, se sienta y ayude a crear un  
ambiente de felicidad.  
Liora Gomel y Ariel Dorfman en su libro Cómo criar hijos no machistas. Preguntas,  
ideas y desafíos (Editorial Vergara), sostienen que el reto implica hacer que lo que ayer  
parecía normal hoy resulte, al menos, una incomodidad, que lo único verdaderamente  
cómodo y deseable sea el vivir relaciones igualitarias, es decir:  
que nuestras hijas puedan soñar con pilotar un avión, ser presidentas o  
superheroínas; también que sueñen con ser como Bob el constructor... Igualdad  
es que nuestros hijos puedan soñar con ser maestros jardineros, azafatos o  
bailarines; también que puedan ver programas de cocina, jugar con muñecos y  
muñecas o llorar si les duele el alma. Igualdad es que ni la ley ni la cultura ni  
sus padres y madres ni sus maestros ni sus amigos se lo impidan, los burlen o  
agredan por ‘ser diferentes’… Que puedan soñar sin que los señalen con la risa  
o el dedo(en Bastida, 2018)  
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El reto es complejo, según los autores, porque hay que trabajar con la familia como  
principal responsable, pero no hay que olvidar los factores externos con los cuales  
permanentemente tenemos que lidiar.  
Sabemos que el reto implica ir debilitando la cultura patriarcal, y que esto supone  
contrariar los objetivos de las principales instituciones sociales que sirven de sustento al  
sistema patriarcal, lo cual significará entonces enfrentarse a religiones, sistemas  
educativos, empresas de comunicación y de recreación, incluso a familiares, amigos y  
demás.  
No debemos olvidar que vivimos en un mundo machista, y que por todas partes las  
perspectivas machistas tienen más impacto, llegan más lejos, más fácil: porque es lo que  
conocemos, a lo que estamos acostumbrados, lo que circula con mayor fragilidad...”  
(
Bastida, 2018) En cambio, pretender que los hombres sean diferentes supone vivir entre  
signos de interrogación.  
No será una empresa sencilla, ni cómoda. Pero debemos, por todos los medios  
posibles, y de cualquier modo, enseñar a los niños que se puede estar orgullosos de ser  
igualitaristas, respetar a las mujeres, a los que se consideran diferentes, a los animales y a  
la naturaleza. Que estén de acuerdo con el hecho de que todos tenemos los mismos  
derechos y que nadie es superior a otra u otro. Debemos demostrarles que hay posibilidad  
y necesidad de vivir y disfrutar de un mundo inclusivo, que son muchas y muchos los que  
comparten estas ideas, que son ideas que buscan que todos vivamos mejor y felices, y  
que hay muchos que están haciendo realidad, en el día a día, los postulados de la  
igualdad.  
Gomel y Dorfman (citados por Bastida, 2018) sostienen que, en un período  
intermedio, antes que alcancemos una sociedad más igualitaria, precisaremos aprender a  
vivir con esas realidades opuestas y reaccionarias, por lo que habrá necesidad de enseñar  
a las hijas e hijos a vivir entre los matices, en la complejidad, en la dificultad, como una  
estrategia a aplicar para toda la vida. No habrá, en lo absoluto, una burbuja donde  
encerrar a las niñas y niños, capaz de alejarlos del contexto que permanentemente, busca  
atraparlos  
Estaremos viviendo en una sociedad complicada, que es también imprevista y  
ambigua, y hasta difícil de entender, porque nos relacionaremos con personas  
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simpatizantes o adversas a nuestras ideas, emociones y experiencias, y por eso debemos  
aceptar el hecho de que haya gente dispuesta a hacer otros recorridos o simplemente  
alejarse, pero en todos los casos experimentaremos algo en común, cada uno de diferente  
forma: sentiremos que nada puede seguir siendo como hasta ahora ha sido.  
Para tener hijos no machistas, no hay una receta universal y perfecta, pero los  
avances que podamos lograr dependerán de si conseguimos madres y padres, escuelas y  
maestros, entes sociales, creyentes y promotores de la igualdad. No obstante, siempre  
será necesario y primordial el trabajo desde el hogar, como principal campo de lucha  
contra prejuicios, mandatos y estereotipos.  
Referencias  
Bastida, Armando (2018) Educar a los niños de hoy para que no sean unos machistas  
Cervera, María (2022) «Cómo educar las nuevas masculinidades, libres de estereotipos  
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999) Asamblea Nacional  
De Beauvoi, Simone (2017) El Segundo Sexo. Editorial Cátedra. Cataluña.  
Declaración del Primer Encuentro de Organizaciones Académicas Venezolanas de  
Estudios de Género y de las Mujeres. (2006) Revista Otras Miradas. Universidad de los  
Gallardo, Alejandra (2021) Necesario deconstruir costumbres y tradiciones para avanzar  
Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (2021)  
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López, Helena (2020) ¿Cómo educamos a nuestros hijos para que no sean los machistas  
Martínez, Nonantzin y Hernández, Gabriela (2022) Criar a un hijo varón lejos del  
Mendoza, Alicia (2022) ¿Cómo educar a los niños para que no se conviertan en los  
Vargas Ayala, Vivían Mayli (2019) Consejos para educar sin machismo y en igualdad”  
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