Revista Latinoamericana de Difusión Científica
Volumen 6 – Número 10 – Enero/Junio 2024 - ISSN 2711-0494
J. A. Morales Carrero// Educación en ciudadanía global. Un diálogo de voces sugerentes...191-224
libertad, la vida y la paz, que nos obligan a ser más justos, más solidarios, más tolerantes
y más responsables” (p. 19).
Según Cortina (1993), la vida futura por sus controversias y la proliferación de la
violencia a nivel mundial, sugiere una reformulación significativa de los cometidos de la
educación, virando su accionar hacia el reforzamiento de la convivencia, del vivir bien con
los demás en el marco del respeto y la solidaridad crítica. Estos valores universales se
entienden como la oportunidad esperanzadora de reconocer la autonomía personal y la
libertad individual por encima de los condicionamientos humanos que han conducido a la
humanidad al distanciamiento destructivo, a la discriminación histórica que excluye
desdibujando todo rasgo de dignificación de la existencia.
En estos términos, enfrentar la hostilidad derivada de los fundamentalismos, de las
ideológicas y los extremismos supone reiterar la vocación universal que conmina a la
humanidad a la praxis de principios nobles y loables, entre los que se mencionan: la
justicia, la equidad, el proceder democrático y tolerante, el reconocimiento de los pueblos
a su libre determinación, la praxis de la interdependencia que procure el comunitarismo.
Desde la perspectiva de Maalouf (1999), enfrentar este sistema perverso debe sustentar
sus actuaciones dentro del marco de la educación en ciudadanía global en torno a la
superación de las profundas divisiones, que inician con la “reducción de las desigualdades,
las injusticias, las tensiones raciales, étnicas, religiosa o de otro tipo, el único objetivo
razonable, el único objetivo honorable, es que cada ciudadano sea tratado como un
ciudadano con pleno derecho, cualquiera que sea sus pertenencias” (p. 88).
Para Camps (2000), ampliar la viabilidad de la coexistencia en sociedad plantea no
solo la formación axiológica de un nuevo ciudadano comprometido con los principios
éticos, sino con el desarrollo de un carácter abierto así como con la disposición para hacer
uso de la comunicación en términos simétricos y el diálogo activo que sustancie las
posibilidades de concretar acuerdos que redunden en el mejoramiento de la dimensión
tanto individual como social. Esto supone, el declinar de los intereses personales que
puestos al servicio de los colectivos permitan la construcción del denominado proyecto del
vivir bien, cuya orientación fundamental gira en función de maximizar la felicidad, el
coexistir dignamente y gestionar los requerimientos inherentes al desenvolvimiento de la
supra-complejidad humana.
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