Revista Latinoamericana de Difusión Científica  
Volumen 4  Número 6  
ISSN 2711-0494  
Revista Latinoamericana de Difusión Científica  
Volumen 4 - Número 6  
Enero Junio 2022  
Bogotá  Colombia  
Revista Latinoamericana de Difusión Científica  
Volumen 4 Número 6 - ISSN 2711-0494  
A. O. Pereira Ramírez // Una mirada de la identidad del docente sobre la base de la … 149-162  
Una mirada de la identidad del docente sobre la base de la práctica  
y el saber pedagógico en la disociación entre teoría y práctica  
Any Oliveth Pereira Ramírez *  
RESUMEN  
A lo largo de la historia de la humanidad, estudiar a los sujetos desde distintas miradas ha  
sido el principal interés de las diferentes ciencias. En tal sentido, la pedagogía como  
disciplina tiene una gran misión: se trata de la formación del ser humano en su constante  
evolución. En favor de ello, el presente artículo tiene como finalidad estudiar la identidad  
del docente sobre la base de la práctica y el saber pedagógico en la disociación entre  
teoría y práctica. Es por ello que se empleó la investigación documental a fin de acceder a  
la literatura especializada y desarrollar una mirada crítica ante el objeto de estudio. A partir  
de allí se logra concluir que la identidad del docente es un proceso que se va edificando  
de manera paulatina desde las actuaciones pedagógicas. Igualmente, el formador va  
construyendo sus propios conocimientos, valores, creencias, actuaciones, impresiones y  
actitudes producto de la realidad que tiene próxima. Finalmente, la identidad del docente  
es un proceso único en cada pensador de la educación, que va a estar determinado por su  
propia trayectoria y oportunidades que tenga para desarrollarse como profesional y  
pensador de la educación a plenitud.  
PALABRAS CLAVE: docente; Filosofía de la educación; identidad; educación.  
*
Profesora adscrita al Departamento de Educación Física, Universidad de Los Andes,  
Núcleo Valle del Mocotíes, Tovar, Estado Mérida-Venezuela. ORCID:  
https://orcid.org/0000-0002-4661-584X. E-mail: mocotiesanypereira@gmail.com  
Recibido: 05/10/2021  
Aceptado: 01/12/2021  
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A. O. Pereira Ramírez // Una mirada de la identidad del docente sobre la base de la … 149-162  
A look at the identity of the teacher on the basis of practice and  
pedagogical knowledge in the dissociation between theory and  
practice  
ABSTRACT  
Throughout the history of humanity, studying subjects from different points of view has  
been the main interest of different sciences. In this sense, pedagogy as a discipline has a  
great mission, it is about the formation of the human being in its constant evolution. In  
favour of this, the present article aims to study the identity of the teacher on the basis of  
practice and pedagogical knowledge in the dissociation between theory and practice. That  
is why documentary research was used in order to access specialized literature and  
develop a critical view of the object of study. From there, it is possible to conclude that the  
identity of the teacher is a process that is gradually built up from pedagogical actions.  
Likewise, the trainer builds his own knowledge, values, beliefs, actions, impressions and  
attitudes as a result of the reality that is close to him. Finally, the identity of the teacher is a  
unique process in each educational thinker that will be determined by their own trajectory  
and opportunities that they have to fully develop as a professional and educational thinker.  
KEYWORDS: teachers; Educational philosophy; identity; education.  
Introducción  
Comprender al docente como formador de la sociedad, implica valorar el alcance de la  
pedagogía como una disciplina madre que evoluciona a la par de cada realidad. Así  
mismo, la identidad del docente nace y se construye día a día en la acción permanente de  
este funcionario que se desarrolla y aprende a lo largo del ejercicio de su profesión. Al  
respecto, un docente es la suma de conocimientos, experiencias, valores, actuaciones,  
expectativas, aspiraciones y metas que son producto del quehacer permanente.  
En virtud a ello, toda esta suma de elementos descritos previamente constituye la  
identidad del docente, en tanto no es un proceso acabado ni totalizado; todo lo contrario,  
hay una edificación permanente que permite un accionar mucho más confiado del  
pensador de la educación.  
Ahora bien, el presente artículo tiene por objetivo principal estudiar la identidad del  
docente sobre la base de la práctica y el saber pedagógico en la disociación entre teoría y  
práctica, con la intención de ofrecer una mirada amplia que permita dibujar esos aspectos  
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que se relacionan para considerar al educador como un sujeto activo, pero sobre todo un  
ser humano que se transforma a lo largo del ejercicio de su profesión.  
Ciertamente, la construcción de la identidad del docente está determinada por los  
procesos de su formación, las interacciones que tenga con otros colegas, el hecho  
educativo propiamente, los aprendizajes y experiencias alcanzados a lo largo de su labor;  
pero sobre todo, en la oportunidad que tiene de entender desde las distintas teorías  
educativas su realidad.  
De igual manera, la reflexión y la investigación son procesos que también aportan a la  
construcción de la identidad docente, y por ende transforman al sujeto en favor de mejorar  
su praxis. En este orden de ideas, es necesario seguir estudiando este tema, por cuanto  
cada formador es una historia de vida distinta, con una trayectoria y legado en el cual hay  
un contexto de fondo propio que exige un actuar específico.  
Particularmente, entre las limitaciones que se tiene respecto al tema, figura el  
entender y precisar desde la literatura especializada la cantidad de procesos que  
intervienen en la construcción de la identidad del docente, puesto que esta actividad  
profesional es dinámica, flexible, adaptable a cada contexto, pero sobre todo única.  
Finalmente, la práctica pedagógica y el saber del docente están incluidos dentro de la  
construcción de la identidad del docente para enriquecerla y sistematizarla de manera  
permanente.  
1
.La pedagogía como base del docente  
La humanidad a lo largo de su historia ha sufrido diferentes cambios en los niveles  
sociales, políticos, económicos, paradigmáticos, entre otros. Es así como la formación del  
sujeto asume esos cambios que han sido parte de las rutas a seguir en la pedagogía para  
hacer posible la educación. De conformidad a ello, Flórez (1994: 32) expresa lo siguiente:  
.
..la pedagogía es una disciplina que estudia y propone estrategias para lograr  
la transición del niño de estado natural al estado humano, hasta su mayoría de  
edad como ser racional autoconsciente y libre. La descripción y explicación de  
semejante proceso de transición se subordina a la meta de formación de los  
jóvenes en el sentido de su humanización.  
Ante esta postura, a la pedagogía se le reconoce como una disciplina que tiene por  
intención estudiar las diferentes acciones, estrategias y actividades que el docente ejecuta  
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en favor de la formación del ser humano. Es por ello que esta ayuda al pensador de la  
educación a priorizar los intereses, necesidades y ritmos de aprendizaje de los  
estudiantes; y así lograr un sujeto autónomo e independiente. A tal fin, en la pedagogía  
son indispensables los procesos de descripción y explicación de los hechos que ocurren  
entorno a la formación. Así lo confirman Flórez y Tobón (2001: 13), quienes argumentan lo  
siguiente:  
La pedagogía tiene como misión y principio autorregulador comprender y  
producir formación humana en los alumnos... Más bien, los conocimientos,  
aprendizajes y habilidades son medios para formarse como ser humano; la  
formación es lo que queda, es el fin perdurable… por eso la condición de la  
existencia humana temporal es formarse, convertirse en un ser culto capaz de  
romper con lo inmediato y lo particular, ascender al pensamiento a través del  
trabajo y la reflexión, partiendo de sus raíces culturales.  
Desde la perspectiva anterior, la pedagogía como disciplina del docente permite  
llevar a cabo las diferentes actuaciones con fines de formar al estudiante y consolidar en él  
los aprendizajes, habilidades, destrezas y conocimientos que le facilitarán relacionarse  
posteriormente con el mundo que lo rodea a lo largo de la vida. Así mismo, esta disciplina  
considera el contexto como un elemento indispensable para entender qué se espera de la  
educación y cómo debe ser ese sujeto formado finalmente.  
En este sentido, el docente hace pedagogía en la medida que forma al sujeto, a  
través de su práctica pedagógica. Así mismo, construye un saber pedagógico que es  
determinado por las experiencias, actividades de capacitación, reflexiones y procesos de  
interacciones con otros docentes, padres y representantes, entre otros. Igualmente, a lo  
largo de su labor confronta los conocimientos obtenidos en su formación inicial y  
permanente con la realidad que vive. Aunque también suele ocurrir que analice su práctica  
pedagógica y busque relaciones con las teorías que ya existen entorno a la educación.  
Todo esto con el firme propósito de entender hacia qué fines debe pensarse la formación  
del ser humano.  
Es de hacer notar que en el marco de la pedagogía no hay verdades absolutas; por  
el contrario, van surgiendo nuevos elementos en la medida que la formación se  
contextualiza a las situaciones y elementos propios del hecho. Volviendo a la mirada hacia  
la concepción de pedagogía, Flórez y Tobón (2001: 21) manifiestan lo siguiente: La  
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pedagogía es la disciplina en proceso de construcción, lo cual no impide definir su objeto  
de conocimiento, su estructura cognoscitiva, sus métodos de investigación, sus fronteras y  
relaciones con otras disciplinas y sus campos de explicación.  
Conforme a lo anterior, la pedagogía no está totalizada como una ciencia con  
cuerpos de conocimientos estáticos; muy por el contrario, sus objetos de estudio varían en  
función a los distintos fenómenos que se encuentran relacionados al proceso de formación  
humana en cualquier momento. Por lo tanto, la pedagogía como disciplina asume los  
paradigmas de investigación de las Ciencias Humanas y Sociales para poder precisar,  
comprender e interpretar las relaciones entorno al sujeto que está en formación, y poder  
sistematizar estos hechos en las condiciones que son desarrollados.  
2. Concepción de la identidad del docente  
El docente es un pensador y crítico de la educación; cada una de sus acciones  
contribuye a la formación de los estudiantes. Desde el momento en que es conocedor de  
las necesidades, inquietudes e intereses de ellos, y a través de su intervención, explora  
formas para comprenderlos y avanzar en cuanto a las exigencias del currículo. En tal  
sentido, gracias a la reflexión que hace de manera constante logra leer la realidad y  
trabaja en favor de la construcción de aprendizajes, valores, hábitos de los sujetos que  
forma.  
Simultáneamente, el docente desde su hacer también se construye a sí mismo, con  
la firme intención de retroalimentar sus conocimientos y experiencias, para tener una  
visión conforme a la educación. De esta manera, es necesario precisar la identidad  
profesional del docente, que en palabras de Vanegas y Fuantealba (2019: 125):  
La identidad profesional docente es la representación que el profesor en  
ejercicio o en formación desarrolla de sí mismo como profesor, se centra en los  
conocimientos, creencias, valores, actitudes, conductas, habilidades, objetivos y  
aspiraciones que se asigna como propios y que surgen en la interacción  
consigo mismo, las responsabilidades profesionales, los colegas y la escuela  
como institución social.  
A propósito de la definición planteada anteriormente, la identidad del profesional de la  
educación se refiere a la construcción que el docente va desarrollando desde los procesos  
de formación y capacitación, y también durante sus actividades dentro del contexto  
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educativo. Por lo general, la identidad docente se trata de reflexiones, conocimientos,  
actitudes, intenciones, valores, ideales, tareas y compromisos en favor de la formación,  
que permiten que el pensador de la educación actúe luego sobre la base de esas  
impresiones.  
En consonancia, la identidad del docente es un proceso que se hace día a día, tras  
cada experiencia, con nuevos aprendizajes, así como la aplicación de innovaciones al  
campo educativo y también producto de sus motivaciones. Al respecto, el profesional de la  
educación tiene la posibilidad de hacer su labor y contrastarla con los referentes teóricos,  
además de cuestionar el ideal de la formación humana sobre la realidad en la que trabaja.  
En definitiva, la identidad del docente es la suma del empoderamiento en el desarrollo  
de sus roles como: mediador del conocimiento, promotor, orientador, guía, a través de la  
práctica pedagógica, pero sobre todo como un formador que vive reflexionando sobre sus  
actuaciones.  
3. La práctica pedagógica en la construcción de la identidad del docente  
Una de las actividades que el docente lleva a cabo para formar al ser humano, es la  
práctica pedagógica. Básicamente, esta consiste en todo el conjunto de interacciones que  
el docente lleva a cabo para poder enseñar los distintos contenidos, habilidades,  
destrezas, actitudes, valores entre otros. Al respecto, Díaz (2004: 4) comenta:  
La actividad diaria que desarrollamos en las aulas, laboratorios u otros  
espacios, orientada por un currículo y que tiene como propósito la formación de  
nuestros alumnos es la práctica pedagógica. Esta entidad tiene varios  
componentes que es necesario examinar: (a)los docentes, (b) el currículo, (c)  
los alumnos y (d) el proceso formativo.  
Por lo tanto, las prácticas pedagógicas son las actividades que el profesional de la  
educación lleva a cabo pensando en la puesta en común de un currículo que expresa las  
intencionalidades epistemológicas, ontológicas, axiológicas que debe adquirir un niño en  
cada etapa o nivel, según como esté planteado el sistema educativo.  
Conviene señalar que la práctica pedagógica tiene varias relaciones fundamentales,  
entre ellas: el diseño curricular, con los fundamentos, componentes y su aplicación;  
también, el docente con su formación, experiencias, conocimientos, didáctica, ética  
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profesional y formas de actuación, entre otros; de igual manera, en estos actos de la  
práctica pedagógica está presente el estudiante con sus ritmos de aprendizaje, intereses y  
necesidades.  
Además, en la práctica pedagógica se encuentra el proceso formativo con las  
estrategias de enseñanza y aprendizaje, así como también se encuentran las condiciones  
para el desarrollo de las actividades de clase, entre otros. Es importante destacar, el valor  
del proceso de enseñanza donde se logra materializar las interacciones principales para  
lograr la formación humana. Ante este importante hecho, Flórez (1994: 38) argumenta lo  
siguiente:  
.
..la enseñanza es el principal proceso intencional mediante el cual la sociedad  
moderna convierte a sus individuos en herederos de su saber, de su tradición y  
pasado histórico, de su competencia productiva, de su capacidad de  
convivencia presente y de sus posibilidades de proyección hacia el futuro. La  
enseñanza es la experiencia sistemática que la sociedad diseña para que los  
jóvenes se humanicen y enriquezcan espiritualmente.  
En tal sentido, la enseñanza es una de las principales actividades de la práctica  
pedagógica, donde el estudiante logra aprender las distintas áreas del conocimiento.  
Además, construye la cosmovisión del mundo, su cultura y tradiciones. Por lo tanto, en la  
práctica pedagógica se va pensando en un proyecto de vida, planteando así un futuro.  
Bedoya (2001: 42) indica que la práctica “...está determinada históricamente: toda acción  
educativa como parte de dicha práctica o elemento, se desarrolla o acontece en el  
contexto histórico de la formación social, o sea, está ya determinada por su pasado  
histórico....  
En esta perspectiva, la práctica pedagógica es toda acción pensada para formar al  
ser humano; y al mismo tiempo está determinada por los factores sociales, económicos,  
tecnológicos, políticos, entre otros, devenidos de cada momento histórico.  
Indudablemente, el escenario que vive el docente para poder llevar a cabo su práctica  
pedagógica incide en sus actuaciones, y sobre todo en la construcción de la identidad  
como formador. Se trata de cómo el docente enfrenta el contexto educativo pensando en  
las situaciones que son el marco de referencia para el hacer pedagogía.  
4. El saber pedagógico y la consolidación de la identidad del docente  
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Además de la práctica, el saber pedagógico es un elemento que favorece a la  
construcción de la identidad del docente. Particularmente, para Díaz (2001: 9) el saber  
pedagógico consiste en:  
El saber pedagógico... los conocimientos, construidos de manera formal e  
informal por los docentes; valores, ideologías, actitudes, prácticas; es decir,  
creaciones del docente, en un contexto histórico cultural, que son producto de  
las interacciones personales e institucionales, que evolucionan, se  
reestructuran, se reconocen y permanecen en la vida del docente.  
Ante la apreciación descrita anteriormente, el saber pedagógico consiste en los  
conocimientos, experiencias, valores, reflexiones, creencias, concepciones que  
constituyen el actuar del docente a lo largo de su desempeño como formador. Así mismo,  
el saber pedagógico evoluciona con las interacciones y vivencias del docente. Igualmente,  
es parte de la identidad del profesional de la educación, que se ha suscitado dentro de un  
marco social, cultural e histórico para adaptarse mejor a esa dinámica. En efecto, el saber  
pedagógico tiene su origen en las interacciones, tanto con otras personas, así como el  
intercambio con instituciones educativas. Ahora bien, Bedoya (2001: 52) considera el  
saber pedagógico como científico, y describe lo siguiente:  
Este saber científico es propiamente la pedagogía, que alcanza su nivel  
científico cuando sistematiza los conocimientos sobre el fenómeno educativo,  
cuando emplea el método científico de investigación con el objeto de describir,  
comprender y en última instancia explicar dicho fenómeno. Y a la vez reunir  
todos los elementos conducentes al ejercicio de una verdadera praxis  
pedagógica.  
Ciertamente, el docente construye saberes que ayudan a constituir el campo de la  
pedagogía como una disciplina, pero son indispensables las tareas de descripción,  
sistematización, investigación, comprensión, conforme a los fenómenos educativos. A  
propósito, la identidad del docente se materializa producto de la aplicación de sus  
conocimientos al campo inmediato, y se retroalimentan tras cada acto pedagógico.  
Al respecto, Díaz (2004: 170) manifiesta lo siguiente “...El docente en su ejercicio  
profesional continuará enseñando y construyendo saberes al enfrentarse a situaciones  
particulares del aula, como espacio dialéctico, donde convergen símbolos y significados en  
torno a un currículo oficial y uno oculto...”.  
En tal sentido, el docente consolida su saber pedagógico de la mano con la práctica  
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en favor de la formación de otros: un espacio para el intercambio donde existe un lenguaje  
común, y significados entre el proceso de enseñanza y aprendizaje que se lleva de  
conformidad al currículo oficial. Además de ello, en la conducta del docente convergen  
actuaciones, rituales que son parte también de su identidad como profesional de la  
educación, constituyendo de esta manera el currículo oculto que también forma al sujeto.  
5. Entre la teoría y la práctica, un espacio para la reflexión  
Es importante recordar que la pedagogía es una disciplina de las Ciencias Humanas  
y Sociales, y como tal, los métodos para poder comprender los fenómenos se derivan de  
los paradigmas de investigación (positivismo, interpretativo y crítico). Por ende, pensando  
en la formación del ser humano como fin de la pedagogía y la educación como un proceso  
social, ambos evolucionan producto del momento histórico en que se desarrolla el saber  
pedagógico, y condiciona por ende su práctica. A tal fin, no todos los elementos que se  
llevan a cabo en el campo de la formación terminan en teoría. Ahora bien, para hablar de  
teoría es necesario precisar algunas características descritas por Carr y Kemmis (1988:  
1
7), quienes consideran lo siguiente:  
(
a) Es en el plano teórico donde se formulan y justifican los principios  
mediante los cuales se declara lo que ha de hacerse en toda una gama de  
actividades prácticas, (b) La teoría no es, en sí misma, una “forma” autónoma  
de conocimiento ni una disciplina autónoma. Sus rasgos lógicos no implican una  
estructura conceptual única ni unos criterios únicos de validación. De hecho,  
muchos de sus problemas centrales son cuestiones morales de un nivel  
particular de generalidad, cuestiones enfocadas hacia la práctica educativa, (c)  
La teoría educacional no constituye un campo de conocimiento puramente  
teórico, ya que se expresa en la formulación de principios para la práctica; por  
consiguiente, su carácter es mixto entre ambos planos...  
El enfoque anterior se orienta hacia la necesidad de que prevalezcan teorías que  
expresen y orienten acerca de cómo llevar la práctica docente. Por lo tanto, las teorías son  
un punto de referencia para entender la formación del ser humano. Paralelamente, toda  
teoría requiere de una estructura lógica, pero no necesariamente explica todas las  
situaciones que se dan en la práctica pedagógica. Carr y Kemmis (1988: 33) indican lo  
siguiente:  
En la praxis, el pensamiento y la acción (o la teoría y la práctica) guardan entre  
sí una relación dialéctica; deben entenderse como mutuamente constitutivos, en  
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un proceso de interacción por medio del cual el pensamiento y la acción se  
reconstruyen permanentemente, en el seno del proceso histórico vivo que se  
manifiesta en toda situación social real.  
De allí se puede afirmar que una vez que el docente desarrolla su práctica, hay  
detrás un basamento teórico que retroalimenta uno al otro. El saber del docente basado en  
el conocimiento que maneja y sus experiencias, conllevan a la acción, y en ella surgen  
nuevas concepciones o se confirman las que ya están presentes. Aunque todo depende  
de los factores propios del momento (sociales, culturales, políticos y económicos) que  
influyen considerablemente en la práctica educativa, y por ende van constituyendo la  
identidad del docente. En el intento de explicar más, Flórez (1994: 20) afirma lo siguiente:  
.
..el maestro como pedagogo ocupa un lugar privilegiado para pensar, ensayar,  
experimentar y descartar hipótesis críticamente, desde su práctica de la  
enseñanza como el referente empírico por excelencia, de modo que contribuya  
con su reflexión a la descripción y explicación de los procesos de  
interestructuración entre los variados contextos de enseñanza y la dinámica de  
los aprendices, aportando lineamientos y generalizaciones parciales que él  
mismo pueda analizar comparativamente con otros contextos de enseñanza,  
para el progreso teórico de la pedagogía y de su propia práctica...  
Naturalmente, se confirma lo expuesto anteriormente con respecto a que el formador  
es un pensador de la educación, y que en su afán de construir conocimientos y  
aprendizajes en sus estudiantes puede crear y aplicar métodos para la enseñanza de las  
áreas. Es allí donde aprende de las situaciones que vive a diario, tomando como  
referencia la experiencia. De esta manera, genera conocimientos cuando comprende su  
realidad y la caracteriza desde la reflexión. Además de ello, puede aportar nuevas formas  
gracias a sus concepciones teóricas en las que basa su pedagogía y sus actuaciones  
como profesional de la docencia. Igualmente, Ugas (2016: 26) puntualiza lo siguiente:  
.
..Al efecto, el pliegue del pensamiento, el de la memoria y el conocer coexisten  
e interactúan, sin jerarquía de uno sobre otro, sólo hay diferencia y relación: el  
pliegue del conocer, el repliegue del pensar y el despliegue de la reflexión  
interactúan en el modo de ser del pensamiento. La distinción entre ellos tiene  
matices y tendencias que cada pliegue realiza a su modo (el modo de conocer);  
los repliegues coexisten, pero se diferencian y relacionan en su singularidad,  
(
pensar de una manera) dado que se componen y recomponen en el despliegue  
de sus dimensiones y consistencias (reflexionar lo que se piensa y conoce).  
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Por lo tanto, en la apreciación anterior, la identidad del docente se constituye a partir  
de sus pensamientos como formador, sus recuerdos, y el conocimiento que adquiere de  
manera formal e informal. De allí que el docente actúa de acuerdo a los elementos que  
conforman el conocer, el pensar, y la suma de ambos que es la reflexión. A partir del  
siguiente gráfico de visualizan los elementos que constituyen la identidad del docente  
luego de la revisión documental desarrollada en el presente artículo.  
Gráfico 1. Procesos que favorecen la construcción de la identidad del docente (Pereira, 2022).  
En definitiva, la identidad del docente es un proceso no totalizado. Igualmente está  
constituida desde una mirada pedagógica por varios elementos: el primero de ellos  
consiste en la práctica que hace a diario el profesional de la educación cuando forma a  
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sus estudiantes y todos los elementos allí involucrados; el segundo elemento está referido  
al saber que cultiva a diario y se va consolidando cada vez más a lo largo de la trayectoria  
del formador; además de ello, el carácter reflexivo y crítico devenido por la  
retroalimentación que propicia la interacción entre teoría, la práctica hacia la reflexión,  
como parte del ser del docente.  
Por último, cada docente posee una identidad propia, devenida del análisis de las  
actuaciones, principios, actividades de capacitación permanente, esfuerzos hacia la  
calidad educativa como mayor sueño de todo sistema educativo; también el uso de la  
tecnología en los procesos de enseñanza y aprendizaje y las experiencias entorno a la  
construcción de conocimientos. De igual manera, en la identidad del docente influye la  
ética profesional, el carácter y concepciones como investigador para profundizar y  
comprender cada fenómeno educativo, entre otros.  
Finalmente, la identidad del docente es la suma de múltiples elementos que  
conforman el pensar, actuar e influir del formador. Es así como el profesional de la  
educación es una persona que tiene a cargo una gran responsabilidad con la humanidad  
en un determinado tiempo, bajo unas condiciones específicas, en las que actúa conforme  
a una pedagogía que muchas veces es más acción que teoría, pero conlleva a un fin  
superior que es la formación del ser humano para el desarrollo integral.  
Consideraciones Finales  
El campo de la pedagogía como disciplina científica es una plataforma no totalizada y  
definitiva dentro del campo de la educación. En este sentido, se adapta a las situaciones  
producto del marco histórico para poder formar a la humanidad en todo tiempo.  
En este orden de ideas, el docente actúa conforme a las bases de su formación  
inicial y permanente, para atender pedagógicamente a sus estudiantes que poseen sus  
propias necesidades, intereses y ritmos de aprendizaje, de acuerdo a cada etapa de la  
vida. De tal manera que la pedagogía como disciplina está permanentemente  
acompañando la evolución y humanización del estudiante, en su camino para el desarrollo  
integral.  
Ahora bien, el docente es un formador que también se construye a sí mismo de  
manera permanente, y va consolidando su identidad; por ende, es un acto que se da a lo  
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largo del ejercicio de su profesión y está basado en varios procesos: (a) la práctica  
pedagógica; (b) el saber pedagógico o científico; (c) la retroalimentación dinámica entre la  
teoría y la práctica; (d) la reflexión como proceso totalizador.  
En esta perspectiva, la práctica pedagógica es un proceso del diario vivir, donde se  
ven reflejadas las intenciones del docente que asume el acto de enseñanza y aprendizaje  
en un grupo de estudiantes, para construir conocimientos conforme a las áreas o  
asignaturas establecidas en un currículo que se desarrolla de manera oficial y oculta.  
Igualmente, el saber pedagógico es la suma de la capacitación, experiencias,  
sistematización del conocimiento adquirido en la trayectoria, valores, cosmovisión del  
quehacer docente.  
Sobre la base de las experiencias del docente, prevalece el carácter teórico que  
siempre será el norte de la pedagogía como disciplina, cuya misión es la formación del ser  
humano; pero también está la confrontación que hace el profesional de la educación,  
producto de las interacciones de su realidad educativa. Particularmente, en esa  
retroalimentación entre teoría y práctica surge la reflexión del docente para ir dando paso  
a la construcción de la identidad del formador.  
Finalmente, la identidad del docente es la suma de aspiraciones, conocimientos,  
actuaciones, creencias, valores, responsabilidades, conductas, actitudes, habilidades,  
destrezas, que definen al formador como responsable y pensador de la educación.  
Referencias  
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educativa crítica (3a.ed.).España: Ediciones Martínez Roca y Morata.  
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Chacín, 6 (2), 169-93. http://ojs.urbe.edu/index.php/telos/article/view/1175/1094  
Díaz, V. (2001). Construcción del Saber Pedagógico. Sinopsis Educativa. Revista  
Venezolana de Investigación. 1 [2], pp. 13-30.  
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Ugas F., G. (2016). La Articulación Método, Metodología y Epistemología. Ediciones del  
TAPECS: San Cristóbal, Estado Táchira Venezuela.  
Vanegas O., C. y Fuantealba J., A. (2019). Identidad Profesional Docente, Reflexión y  
Práctica Pedagógica: Consideraciones claves para la Formación de Profesores. Revista  
Perspectiva Educacional Formación de Profesores [Artículo en Línea]. 58 (1). DOI:  
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0.4151/07189729-Vol.58-Iss.1-Art.780  
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